De nuevo se esta
retomando el tema en las redes sociales sobre el kárate tradicional, el kárate ortodoxo,
el kárate verdadero.
De nuevo se toca y
retoca el concepto japonés de Giri, al cual ya dedique una entrada sobre su
sentido y significado. Tratando como siempre explicar primero su significado más
literal y luego su sentido de reciprocidad entre dos personas.
En Japón,
las relaciones interpersonales se ven muy influenciadas a unas ideas y unos
pensamientos, concernientes con un esplendoroso pasado, y donde
sistemáticamente se renuevan constantemente aquellos ideales, como “honor”,
“deber”, “obligación”, et., estos
sentimientos se entienden como GIRI 義理, en el “deber de la reciprocidad”.
Pero hay quienes lo
quieren dogmatizar como algo “obligatorio”, para ello deberían concurrir las
circunstancias y los modelos de conducta que existían en el Japón “tradicional”.
Cuando se habla de arte,
en este caso las Artes Marciales la mayoría da más importancia que se dan en
otras artes, ejemplo la pintura, el arte de Té, la escritura o la creación de
Haikus, y muchas más. En todas ellas hay un maestro y un discípulo.
La gran diferencia que
hay de aquí a allá, y de allí aquí. Es el entendimiento de “profesor” y el que se
considera alumno.
En las Artes Marciales
el que un alumno dejase a un maestro en Japón era motivo de afrenta y casi búsqueda
de venganza obligatoria, por alumnos adelantados o simples compañeros. En
diversos estilos en cambio podremos ver a numerosos y destacados maestros que estudiaron
en dos o tres escuelas, y que terminaron creando su estilo propio. ¿Se les podría
llamar traidores?...yo no lo creo.
En otros artes como la pintura, el dejar que te siguiese un discípulo era más, como aceptar “un ayudante”, él cargara con tus pesos, y realizará las tareas que tú como maestro quieras que haga.
Algunos se ofrecieron como discípulos de una escuela, y de dos, hasta de tres a la vez. Y eso sí que estaba mal visto, pues te estaban pasando un oficio, un estilo, una forma de trabajar para que lo continuases pasando y creando fama a ese estilo. Algunos de estos alumnos o discípulos, estaría mejor dicho, estuvieron años con dos o tres escuelas hasta tener un nombre o un estilo ya definido. Entre ellos el mayor y mejor de todos el pintor Katsushika Hokusai. Y algunos se atrevieron a denunciarle como “espía de las escuelas”, así que aprendía de un maestro dijésemos “oficial” que era el maestro Katsukawa Shunsu, y dijésemos un maestro secundario que era Kano Yusen Hironobu. Amenzas que se hicieron realidad y el entonces joven pintor fue expulsado de la escuela de Katsukawa Shunsu.
Hokusai fue un bohemio del siglo XVIII al XIX, en plena época Tokugawa repleto de valores tradicionales y de reglamentación feudal pura y dura. Pero tenía siempre presente la idea de ser pintor y mejorar día a día y obra tas obra. Eso le llevo a discrepar con los maestros, con estilos y tendencias, reinventándose una y otra vez, mejorando y desarrollando sus propios métodos en al pintura. Como todo genio, y este sin duda lo fue, llegó a hacer pinturas de 200 metros cuadrados, o pintar dos gorriones en un grano de arroz.
Para crear arte y alcanzar
el máximo nivel, estaba por encima de lealtades o mantenerse en los valores más
tradicionales. Por ello fue alabado y calumniado al mismo tiempo, pero el creía
en él mismo hasta el mismo día de su muerte.
Pasando al kárate ejemplos muy similares tenemos
en Mas Ōyama, empezó su instrucción en Boxeo occidental, lucha olímpica
y Judo. Un día tras observar a unos estudiantes que estaban entrenando Karate,
se interesó y fue a entrenar en este dojo, era la clase del maestro Gichin
Funakoshi.
De lo poco que podemos encontrar
es que Ōyama Masutatsu dijo del al maestro Funakoshi, como la persona
que le enseño la diferencia entre ser luchador y llegar a un Budoka.
Ōyama Masutatsu dejó al maestro Gichin Funakoshi y se marchó a entrenar con un compatriota coreano So Nei Chu, que practica un estilo muy diferente, el Gojuryu de Okinawa, un alumno directo de Chōjun Miyagi. Para terminar entrenando solo en las montañas durante año y medio, y llegar a ser considerado uno de los creadores de los estilos modernos de kárate. En 1964 nombra a su estilo Kyokushinkai.
Quizás uno de los karatekas
más discutidos en este tema sería sin duda alguna Ōtsuka Hironori. Muy
parecida a la historia de Hokusai, con 6 años de edad empezó a practicar
diversas artes marciales, con trece años entró en la escuela del maestro Yokiyoshi
Tatsusaburo Nakayama, en la que comenzó el estudio de Shindo Yoshin Ryu
Jujutsu, uno estilos de jujutsu clásico
japonés.
Ōtsuka decidió aprender
de otros maestros okinawenses, no sé el orden concreto, pero creo que primero
con Kenwa Mabuni fundador del estilo Shito-ryu y después con Choki Motobu. Terminando
Ōtsuka creando su propio estilo de kárate en 1939 registraba el estilo Wado
Ryu.
Como ejemplos quedan
muy claros, es una minucia para lo que ocurría en Okinawa en tiempos pretéritos.
Donde los alumnos, y algunos internos, dejaban a sus maestros y se iban con
otros sin más explicación. Otra cosa es que el alumno fuese expulsado o el
maestro renunciase a él. En Okinawa era muy normal entrenar con varios maestros
a la vez no existio un mercado comercial del kárate como existe hoy día.
Yo tengo amigos que a
sus alumnos los han llamado “clientes”.
Es más para mí, la idea de alumno no es ese que
entra el primer mes, el primer año. Si no, aquel que tras todos los años que lleva
entrenando contigo sigue y continúa a tu lado. Entiendo el tiempo como el verdadero camino, donde a
veces somos acompañados con alguno de estos alumnos un largo tiempo, pero al
final o debería ser que el alumno se independice, como los hijos.
No se puede enseñar o
trasmitir lo que uno buenamente sabe, pensando o estando dudando de la lealtad
del alumno. Sí, ha pagado el mes y cuantos meses aguantara aún…si es un buen
competidor y la gloria que nos aportará y reportará con sus medallas. La cantidad de danes que
he sacado y la suma de los de mis alumnos. Yo no he tenido tiempo, o quizás interés
en saber cuantos cintos negros he hecho, seguramente pocos y si hubiese puesto
más ganas habría el doble. Pero preferí enseñar y que los que llegasen fuesen
sobrados, en cambio recuerdo que me suspendieron solo 4 alumnos.
No creo tener necesidad de agradecimiento de “agradecimiento”, en cambio yo sí siento agradecimiento por aquellos que me apoyaron y continuaron siempre conmigo.
El Giri 義理, es devolver el favor. Como su traducción más literal
indica “justicia lógica”, una “razón de moralidad”. El maestro Taiji
Kase, se refería a este concepto como “obligación contraída”, una lealtad a lo que
te habían enseñado y que tenías el deber de trasmitir a las generaciones
siguientes.
Este principio se basa en una regla simple que cuando algo que recibimos , tenemos que devolver algo de igual valor o superior. Hoy por hoy la sociedad nipona contiene varios Giri que una persona debe cumplir, con la familia, con la novia o esposa y con los compañeros de trabajo.
Giri Choco (義理チョコ), quizás la más famosa de la sociedad moderna japonesa “obligation chocolate”, se entrega a las novias en el día de San Valentín..
Si vemos habla del Giri
como maestro, no hace referencia a la obligatoriedad del alumno a ser fiel y sumiso.
Que sí se da en otras artes marciales muy tradicionales y creo que de ahí viene la historia.
Para terminar con la
idea de que al final, ejemplo el maestro Gichin Funakoshi todos los alumnos
acabaron abandonándolo con el tiempo, unos antes y otros después. Las líneas salidas del estilo del maestro Gichin
Funakoshi, las distintas asociaciones, los diversos maestros y estilos. Al
final hicieron como hacen los hijos y cada uno termina construyendo su propia
casa.
Supongo que la idea del
kárate de los antiguos maestros okinawenses no era esta que se ha ido creando y
sigue cambiando. Hay siempre como una lucha constante entre el kárate más purista y el kárate
más moderno. Todos buscan su parte de razón, y se olvidan con mucha falibilidad que
esto del kárate es un ARTE, y como tal evoluciona y continuará evolucionando mucho
más.
Antonio Milla Jiménez.
Albacete 9 de mayo de 2014.