Hoy 10 de mayo en Japón. Tal día como hoy de 1849, hace 165 años, fallecía el maestro del "ukiyo-e" (xilografías japonesas), Hokusai Katsushika. Con tal motivo pongo esta entrada en el blog.
En este artículo enseñamos paso a paso cómo crea un maestro artesano la obra 'La gran ola de Kanagawa', afamada pieza perteneciente a la serie 'Treinta y seis vistas del monte Fuji', de Hokusai.Las xilografías japonesas ukiyo-e fascinan al público de Occidente desde el siglo XIX debido a sus finos trazos, su composición original y la belleza de sus colores. En Japón, formaban parte de la vida cotidiana del pueblo durante el período Edo (1603-1868), época en la que nacieron como un elemento lúdico, pedagógico y mediático. A día de hoy, son cada vez menos los artesanos capaces de reproducir a la perfección estas obras de arte magníficas, de ahí que sea estrictamente necesario transmitir a las nuevas generaciones las técnicas de elaboración de las xilografías polícromas si se quiere evitar que esta manifestación artística desaparezca para siempre.
El Instituto Adachi de Xilografías y la Fundación Adachi para la Conservación de las Técnicas Xilográficas no escatiman esfuerzos a la hora de transmitir sus conocimientos, con el fin de que el arte de los ukiyo-e perdure en el tiempo, mediante la reproducción de obras maestras de artistas como Katsushika Hokusai (1760-1849) y Kitagawa Utamaro (1753-1806), y la creación de piezas contemporáneas.
Nakayama Meguri, una de las responsables del Instituto, ha tenido la amabilidad de abrirnos sus puertas para que observemos cómo trabajan un grabador y un estampador. Ambos maestros han reproducido bajo nuestra atenta mirada la xilografía La gran ola de Kanagawa, afamada pieza perteneciente a la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji, de Katsushika Hokusai, mostrando un gran respeto por la tradición y las técnicas empleadas durante el período Edo.
Proceso de reproducción de una xilografía ukiyo-e (1-4 : trabajo del grabador, 5-8 : labor del estampador).
1. Se pega la hoja de papel sobre la plancha de madera. 2. Se graban en relieve los contornos con la ayuda de un cuchillo pequeño. 3. Se ahueca la superficie alrededor de los contornos del dibujo con una gubia y un martillo. 4. La plancha principal (omohan), que representa todo el dibujo, queda lista. 5. Se extienden sobre la plancha los pigmentos con los colores sirviéndose de un cepillo. 6. Se coloca la hoja de papel sobre la plancha de acuerdo con las muescas (kentō) que previamente se han realizado sobre la madera. 7. Se frota el papel con un tampón (baren) para que los colores penetren en el papel. 8. La xilografía se va estampando color por color, plancha por plancha. El grabador utiliza tantas planchas como pigmentos se vayan a emplear.
El trabajo del grabador, una tarea de precisión milimétrica
El maestro grabador Niinomi Morichika, de 69 años.
El silencio y la concentración ‘llenan’ el taller donde el grabador Niinomi Morichika realiza su trabajo bajo la tenue luz del sol. El artesano, que lleva casi medio siglo ejerciendo esta profesión, tiene a mano todas las herramientas y utensilios que necesita, entre ellos la gubia.
Morichika emplea planchas de madera de cerezo, que es dura y presenta vetas muy finas. Lo bueno de este material es que se dilata poco cuando está húmedo y apenas encoge cuando está seco. El grabador unta en la madera, con la mano, una cola hecha de arroz (wanori), para poner inmediatamente sobre ella el dibujo, realizado en papel japonés muy fino. Posteriormente, le da la vuelta a la hoja y la coloca sobre la madera, de manera que el anverso quede sobre esta. Así, la famosa ola de Hokusai se sitúa a la derecha de la plancha, y no a la izquierda como en la obra original, pero recupera su posición original tras la estampación.
Frota suavemente el papel con la punta de los dedos hasta que la tinta china del dibujo penetra en la madera. La hoja comienza entonces a hacerse jirones, de manera que se vislumbran los trazos del dibujo, necesarios para su posterior grabado. El original no se puede conservar nunca. Esta labor requiere una precisión milimétrica y disponer de una buena iluminación; por este motivo, se coloca un frasco de agua delante de una bombilla para armonizar la luz y permitir que se vean los trazos más finos del dibujo que sirve de base para el grabado.
Morichika graba la plancha para que los trazos queden en relieve; posteriormente, ahueca la madera que queda alrededor. La belleza de cada xilografía depende de la destreza con la que realice su trabajo. Los grabadores con años de experiencia llevan a cabo la tarea sin cometer el más mínimo error, incluso cuando tienen que grabar trazos de menos de un milímetro, como es el caso del cabello de las bellas mujeres que retrató en sus obras el pintor Utamaro.
Graba todo el dibujo sobre una primera plancha, denominada omohan. Para garantizar la calidad del acabado, la imprime con tinta china, técnica denominada kyōgōzuri. Una vez terminada esta parte del proceso, se le muestra el resultado al artista, que señala en rojo el color que quiere aplicar en cada parte. El grabador realiza dos muescas, kentō en japonés, en la esquina inferior derecha, aproximadamente a un tercio de la parte inferior de cada plancha, para colocar la hoja en un lugar que permita una correcta estampación.
En primer plano, Kishi Chikura, de 28 años.
El artesano graba tantas planchas como colores se vayan a estampar; en este caso, cinco, que se grabarán a ambos lados, excepto en la primera plancha, en la que solo se hará por uno.
La madera se puede utilizar por el anverso y el reverso, lo cual permite grabar dos partes diferentes en cada cara de la plancha. En el período Edo las xilografías eran un producto de distribución comercial, por lo que se intentaba que el coste de producción no fuera muy alto; para ello, solo se usaban ocho o diez colores, esto es, cuatro o cinco planchas como máximo. El artesano tarda tres semanas en grabar todas las planchas necesarias para esta xilografía de Hokusai. La habilidad y la precisión con las que realiza la delicada labor son dignas de mención.
Kishi Chikura es, a día de hoy, un grabador profesional que ha aprendido todo lo que sabe de la mano de Niimori Morichika. Decidió iniciarse en este oficio tras presenciar una demostración del maestro.
El estampador Nakata Noboru, que se dedica a su oficio desde hace más de cuarenta años, comienza a aplicar los colores uno por uno. Para ello, utiliza hojas de papel tradicional japonés sobre las que se ha aplicado una solución líquida de alumbre y argamasa de origen animal (dōsa) que facilita que los pigmentos se adhieran a la madera armoniosamente.
Los contornos del dibujo se suelen estampar con tinta china, pero en el caso de esta xilografía de Hokusai se emplea un azul índigo.
En la antigüedad, solo se utilizaban pigmentos de origen mineral o vegetal; sin embargo, a finales del siglo XIX comenzaron a comercializarse pigmentos químicos de colores muy fuertes. No obstante, los artesanos de la Fundación Adachi hacen todo lo posible por utilizar pigmentos naturales. Se trata de unos polvos que se mezclan con agua.
El artesano graba tantas planchas como colores se vayan a estampar; en este caso, cinco, que se grabarán a ambos lados, excepto en la primera plancha, en la que solo se hará por uno.
La madera se puede utilizar por el anverso y el reverso, lo cual permite grabar dos partes diferentes en cada cara de la plancha. En el período Edo las xilografías eran un producto de distribución comercial, por lo que se intentaba que el coste de producción no fuera muy alto; para ello, solo se usaban ocho o diez colores, esto es, cuatro o cinco planchas como máximo. El artesano tarda tres semanas en grabar todas las planchas necesarias para esta xilografía de Hokusai. La habilidad y la precisión con las que realiza la delicada labor son dignas de mención.
Kishi Chikura es, a día de hoy, un grabador profesional que ha aprendido todo lo que sabe de la mano de Niimori Morichika. Decidió iniciarse en este oficio tras presenciar una demostración del maestro.
Los secretos de la estampación de los colores de la mano del estampador
El estampador Nakata Noboru, que se dedica a su oficio desde hace más de cuarenta años, comienza a aplicar los colores uno por uno. Para ello, utiliza hojas de papel tradicional japonés sobre las que se ha aplicado una solución líquida de alumbre y argamasa de origen animal (dōsa) que facilita que los pigmentos se adhieran a la madera armoniosamente.
Los contornos del dibujo se suelen estampar con tinta china, pero en el caso de esta xilografía de Hokusai se emplea un azul índigo.
En la antigüedad, solo se utilizaban pigmentos de origen mineral o vegetal; sin embargo, a finales del siglo XIX comenzaron a comercializarse pigmentos químicos de colores muy fuertes. No obstante, los artesanos de la Fundación Adachi hacen todo lo posible por utilizar pigmentos naturales. Se trata de unos polvos que se mezclan con agua.
El estampador Nakata Noboru, de 77 años.
El estampador humedece la madera por los dos lados con un cepillo de cerdas de caballo para que la plancha absorba bien los pigmentos, y comienza a estampar. Elige la cantidad de pigmento que aplica en función de la densidad de color que desee obtener; luego lo extiende por la superficie. Coloca la hoja de papel sobre la plancha de acuerdo con las muescas (kentō) que previamente se han realizado sobre la madera.
El estampador trabaja en una pequeña mesa de madera inclinada (suridai), sentado a la turca. Esto le permite aplicar los colores con más fuerza y de manera uniforme; lo hace frotando sobre el papel un tampón que él mismo ha elaborado (baren).
Empieza por la plancha que sirve de base, que ya está totalmente grabada; posteriormente, va aplicando los sucesivos colores en las planchas correspondientes, de los tonos más claros a los más oscuros. Si durante el proceso observa que hay algún color que no ocupa exactamente el lugar que debería, revisa las muescas para que la hoja esté sobre la parte que se va a estampar. Que ocurra esto con los colores tiene su explicación en que la madera se dilata o encoge en función de la humedad y la sequedad del aire.
Esta tarea requiere una gran fuerza física, razón por la cual en el pasado la realizaban exclusivamente los hombres; sin embargo, en la actualidad hay también mujeres que se dedican a ella.
Tras aplicar todos los colores frotando con el tampón baren, que permite que las fibras del papel absorban los pigmentos, se deja secar la xilografía unas horas. Existen, además, numerosas técnicas sofisticadas para gofrar el papel, difuminar los colores, etc.
Además de las reproducciones fieles de los ukiyo-e del período Edo, el Instituto crea también xilografías polícromas a partir de obras del siglo XX de artistas como Yokoyama Taikan (1868-1958) y Hirayama Ikuo (1930-2009), y de piezas contemporáneas de Hiramatsu Reiji (1941-) y Yamaguchi Akira (1969-). En el caso de estos dos últimos pintores, les pide que realicen un dibujo, tal y como hacían sus compañeros de profesión en el período Edo, con el fin de elaborar una xilografía ukiyo-e del siglo XXI.
El pintor Hiramatsu Reiji intenta desde hace una veintena de años comprender por qué los impresionistas, especialmente Claude Monet, sentían semejante fascinación por el arte japonés. Este artista nipón se dedica a la pintura tradicional nihonga, que se sirve principalmente de pigmentos de origen mineral, hojas de oro y de plata, entre otros materiales, y cola animal; su obra es variada e incluye paisajes de Japón, otros países de Asia y Estados Unidos. Reivindica su relación con los grandes maestros del ukiyo-e, razón por la cual utiliza sus técnicas tradicionales para reinterpretar, de manera magistral, el tema de los lirios, recurrente en la obra de Monet.
La primavera, de Hiramatsu Reiji. Xilografía polícroma realizada en 2013 por el Instituto Adachi de Xilografías a partir de un dibujo del citado pintor (©Hiramatsu Reiji).
El estampador humedece la madera por los dos lados con un cepillo de cerdas de caballo para que la plancha absorba bien los pigmentos, y comienza a estampar. Elige la cantidad de pigmento que aplica en función de la densidad de color que desee obtener; luego lo extiende por la superficie. Coloca la hoja de papel sobre la plancha de acuerdo con las muescas (kentō) que previamente se han realizado sobre la madera.
El estampador trabaja en una pequeña mesa de madera inclinada (suridai), sentado a la turca. Esto le permite aplicar los colores con más fuerza y de manera uniforme; lo hace frotando sobre el papel un tampón que él mismo ha elaborado (baren).
Empieza por la plancha que sirve de base, que ya está totalmente grabada; posteriormente, va aplicando los sucesivos colores en las planchas correspondientes, de los tonos más claros a los más oscuros. Si durante el proceso observa que hay algún color que no ocupa exactamente el lugar que debería, revisa las muescas para que la hoja esté sobre la parte que se va a estampar. Que ocurra esto con los colores tiene su explicación en que la madera se dilata o encoge en función de la humedad y la sequedad del aire.
Esta tarea requiere una gran fuerza física, razón por la cual en el pasado la realizaban exclusivamente los hombres; sin embargo, en la actualidad hay también mujeres que se dedican a ella.
Tras aplicar todos los colores frotando con el tampón baren, que permite que las fibras del papel absorban los pigmentos, se deja secar la xilografía unas horas. Existen, además, numerosas técnicas sofisticadas para gofrar el papel, difuminar los colores, etc.
Las distintas etapas del proceso de estampación de una xilografía
La primera plancha, denominada omohan, se estampa con un azul índigo; posteriormente, se va aplicando el resto de colores, de los más claros a los más oscuros.La importancia de preservar las xilografías japonesas en el mundo actual
El fundador del Instituto Adachi de Xilografías abrió el primer taller en Tokio en 1928. Desde entonces, esta institución se dedica en cuerpo y alma a reproducir numerosas obras maestras de grandes artistas como Suzuki Harunobu (1725?-1770), Katsushika Hokusai, Utagawa Hiroshige (1797-1858) y Kitagawa Utamaro, y todas las piezas creadas por Tōshūsai Sharaku.El pintor Hiramatsu Reiji intenta desde hace una veintena de años comprender por qué los impresionistas, especialmente Claude Monet, sentían semejante fascinación por el arte japonés. Este artista nipón se dedica a la pintura tradicional nihonga, que se sirve principalmente de pigmentos de origen mineral, hojas de oro y de plata, entre otros materiales, y cola animal; su obra es variada e incluye paisajes de Japón, otros países de Asia y Estados Unidos. Reivindica su relación con los grandes maestros del ukiyo-e, razón por la cual utiliza sus técnicas tradicionales para reinterpretar, de manera magistral, el tema de los lirios, recurrente en la obra de Monet.
La primavera, de Hiramatsu Reiji. Xilografía polícroma realizada en 2013 por el Instituto Adachi de Xilografías a partir de un dibujo del citado pintor (©Hiramatsu Reiji).
El nuevo puente Nihonbashi, de Yamaguchi Akira. Xilografía polícroma realizada en 2012 por el Instituto Adachi de Xilografías a partir de un dibujo del citado pintor (©Yamaguchi Akira. Cortesía de la Galería de Arte Mizuma).
El estilo de Yamaguchi Akira es completamente diferente: este pintor, considerado como uno de los mejores de su generación, ha elegido el puente Nihonbashi, en Tokio, que antaño marcaba el punto de partida de la Tōkaidō, la carretera que conectaba la ciudad de Edo (la actual Tokio) y Kioto, y que tantos artistas representaron en sus xilografías ukiyo-e. Yamaguchi se dedica a la pintura occidental, pero su fuente de inspiración reside en el pasado de Japón, especialmente en los tradicionales cuadros de estilo yamato-e. En la obra que vemos aquí, el puente Nihonbashi aparece junto a construcciones imaginarias de diferentes épocas. Los finos trazos y la degradación de los colores del agua y el cielo evidencian la destreza de los artesanos del Instituto Adachi, que nada tienen que envidiar a los maestros del período Edo.
Los medios de comunicación no escatiman elogios a la hora de hablar del Instituto Adachi. Cabe esperar que de ahora en adelante numerosos artistas jóvenes tomen el testigo y transmitan a las futuras generaciones, llegado el momento, los secretos de la elaboración de las magníficas xilografías japonesas, joyas de la rica cultura artística de Japón.
FUENETES: http://www.nippon.com
Fotografías : Ōhashi Hiroshi
Ilustraciones : Izuka Tsuyoshi
El estilo de Yamaguchi Akira es completamente diferente: este pintor, considerado como uno de los mejores de su generación, ha elegido el puente Nihonbashi, en Tokio, que antaño marcaba el punto de partida de la Tōkaidō, la carretera que conectaba la ciudad de Edo (la actual Tokio) y Kioto, y que tantos artistas representaron en sus xilografías ukiyo-e. Yamaguchi se dedica a la pintura occidental, pero su fuente de inspiración reside en el pasado de Japón, especialmente en los tradicionales cuadros de estilo yamato-e. En la obra que vemos aquí, el puente Nihonbashi aparece junto a construcciones imaginarias de diferentes épocas. Los finos trazos y la degradación de los colores del agua y el cielo evidencian la destreza de los artesanos del Instituto Adachi, que nada tienen que envidiar a los maestros del período Edo.
Los medios de comunicación no escatiman elogios a la hora de hablar del Instituto Adachi. Cabe esperar que de ahora en adelante numerosos artistas jóvenes tomen el testigo y transmitan a las futuras generaciones, llegado el momento, los secretos de la elaboración de las magníficas xilografías japonesas, joyas de la rica cultura artística de Japón.
FUENETES: http://www.nippon.com
Fotografías : Ōhashi Hiroshi
Ilustraciones : Izuka Tsuyoshi