Por Noelia Prevot
En cada conducta agresiva subyace una frustración y no podemos ignorarlo, pero hay técnicas psicológicas para manejar situaciones violentas en el aula.
Asistí a un seminario intensivo de primeros auxilios psicológicos, conducido por el eminente psicólogo social Alfredo Moffatt, en la ciudad de Bs As.
El seminario se basó en la transmisión de novedosas técnicas para operar en situaciones de crisis y el manejo de situaciones conflictivas con un posterior desarrollo de un taller de psicodrama en donde se pusieron en práctica todas las técnicas.
Moffatt trabajó más de 40 años aliviando el dolor psicológico en grupos de riesgo y en los sectores más lastimados de nuestra sociedad ( hospicios , villas, catástrofes, etc) operando en situaciones de crisis.
Fundó el Bancadero (Centro de asistencia psicológica) , la Cooperanza ( Colectivo social que funciona dentro del Borda), las Ollitas (Comedor comunitario). Actualmente es director y docente de la Escuela de Operador Psicosocial, a través de la cual organiza jornadas formando operadores de crisis en todo el país y latinoamérica. También es autor de numerosos libros como: “Terapia de Crisis”, “Psicoterapia existencial” ,en donde transmite nuevas técnicas para abordar los problemas que surgieron de las grandes crisis sociales.
La técnicas de Karate psicológico, es una expresión metafórica para referirse a la necesidad de actualizar la formación docente ante la problemática de la violencia en la escuela.
Moffat dice: “A los maestros los mandan a la escuela como mandaban los chicos a Malvinas a pelear con borceguíes de cartón”, remarcando que el docente no está capacitado para la realidad que le toca enfrentar hoy, porque fue entrenado con unas normativas operacionales de más de 30 años de antigüedad, “donde las palomitas blancas llamadas por una campanita entraban a la escuela para recibir el amor de la maestra. Hoy las palomitas están todas revolcadas, sin plumas, la campana se la afanaron y la maestra está con los pelos parados desesperada. Creo que hay que ser medio héroe para ser maestro en estos momentos”.
La escuela está organizada para la transmisión y el aprendizaje de la palabra. “Es un lugar donde los alumnos tienen que estar con el cuerpo quieto y la mente atenta. En ese mundo organizado para la palabra aparece una población que está inmersa en un mundo violento cargado de acción, donde la palabra está devaluada porque nadie cree en ella y que expresa su frustración mediante la violencia el lenguaje de los chicos es la acción, yo lo he visto en chicos de la calle, una patada según como sea dada quiere decir: andáte queréme, o esperá un cachito”, dijo Moffatt.
En la docencia fuimos formados para focalizarnos en la palabra y tal vez vemos en esa patada “solo una patada”, pero entre los chicos son acciones significantes, por ello debemos aprender a leer lo gestual. Ellos no aprendieron a socializar el dolor, a ponerlo en palabras, lo hacen mediante la acción. Y muchas veces te tratan como los tratan a ellos sus familias.
En cada conducta agresiva subyace una frustración y no podemos ignorarlo. El Ministerio de Educación parte de un paradigma tradicional: la educación está centrada en la conservación de la cultura a través de la repetición de la palabra y en el individuo. Moffatt propone un nuevo paradigma que implica incorporarse a la dinámica de cambio donde el grupo y la acción llevan a la transformación.
“Estamos aislados (individuo) y solo hablamos (palabras) de la conservación (pasado) somos fácilmente sometidos. En cambio si estamos juntos actuamos, generamos en cambio, el futuro”, agrega Moffatt.
Los docentes debemos prestar más atención al fenómeno grupal, observar como interactúan los alumnos, “hay un niño que se porta mal pero hay alrededor quienes le proponen eso, o ese chico haciendo tal cosa consigue cierto prestigio en el grupo”, expresa el psicólogo social.
Hay que detectar los líderes ya que todos los demás van detrás de ellos. Los paradigmas tienen que ser grupales incluyendo el cuerpo y la acción, porque el grupo es la matriz de la identidad de cada persona.
Visualizar las conductas violentas de los alumnos
Cuando “comprendemos” crecemos en tolerancia, en muchas ocasiones ante una respuesta violenta ofrecemos una reacción violenta también, porque sentimos dolor ante tal agresión, sentimos que nos rechazan o desprecian, sin embargo esa conducta violenta esconde una frustración, una carencia afectiva, o un dolor, y no un ataque hacia nuestra persona.
Moffatt nos habla de lo interesante de trabajar con la contratransferencia que consiste en detenerse frente a la situación violenta y mirarse a si mismo (tomar distancia) como si se observara desde afuera la situación y preguntarse ¿Qué me pasa frente a esta situación? ¿Cómo estoy reaccionando? , ¿Tengo miedo?, ¿Me siento impotente?... Porque cuando se concientiza lo que a uno le pasa frente a una determinada situación, aunque después siga pasando lo mismo uno lo vive de otra manera, se desdramatiza y se atenúa el sentimiento de impotencia porque de alguna manera sentimos que no perdimos todo el control de la situación. La autora es docente de psicología.