lunes, 8 de diciembre de 2008

VIAJE A JAPÓN PRIMER DÍA (2ª parte).


Para ir haciéndonos una idea más particular, la gran ciudad se divide en barrios, no como aquí definiéramos un barrio, zonas delimitadas en planos y cada zona en distritos.



Así que llegamos a Akasaka (mira que habré leído de este barrio, pues el nombre ni idea), es el barrio donde está el palacio imperial. Es “el corazón de Tokyo”, el hogar del emperador y su familia, los cuales viven en lo más oculto de una gran e impenetrable expansión de bosques y jardines. Cerrado al público y que sólo se abre dos veces al año, el día de año nuevo (2 de enero) y en día del cumpleaños del emperador (23 de diciembre), y en los dos días se abre unas pocas horas…

Nada más llegar a la explanada donde nos dejó el autobús, aquí los compañeros a degustar la famosa cerveza (aquí se dice biru), yo me acerque a comprar unas cosillas típicas de esta zona.

El parque y los jardines están limpios y pulcros, carteles que avisan de no pisar, de los nombre de los pinos, etc. Una impresionante estatua preside el centro del jardín. Un amigo mío decía a su vuelta de Japón que era el último samurai, no, no lo era pero si fue un gran samurai.


Kusunoki Masashige (楠木 正成, b. 1294-1336)

Kusunoki Masashige (1294-1336) fue un héroe legendario revalorado en el periodo Meiji. En 1331 Kusunoki Masashige era un terrateniente de cierta reputación de la provincia de Kwatchi que apoyaba militarmente al emperador Go-Daigo contra Hojo.
Su primer acto fue fortificar una cumbre llamada Akasaka, la cual él guarneció con un total de 500 hombres. Esto quiere decir que el fue quien fortificó la fortaleza que hoy es el palacio imperial, donde hay una bonita historia de cómo se encerró en ella y sostuvo batalla (en desiguales fuerzas) aguantando una larga temporada de cerco y asedios, quemó el castillo y huyó, le dieron por muerto. Reconstruyó un pequeño ejército y regresó a su fortaleza que la tomó y nuevamente reconstruyó todo el monte Kongo como fortaleza y nuevamente fue cercado, esta vez, por muchas más fuerzas. Su defensa es aún conmemorada por su ferocidad y heroísmo. Tras muchas batallas Go-Daigo se proclamó KEMMU y se establecería en Kamakura…La historia es muy bonita, aunque el final no muy feliz.



Entonces puedo apreciar que la estatua está aquí por ser este un valioso guerrero samurai, por haber construido “inicialmente” el castillo y la fortaleza imperial que es hoy.


Después de ver la impresionante estatua, un paseo al palacio. Aún sonaban en mí oído las palabras de mi hija Tania, ¡¡papá cuando llegues a palacio si te tiras al foso hazlo vestido, jejejeje!!.

Me impresionaban como estaban de cuidados aquellos pinos, retorcidos como Bonsáis, pero de tamaño natural. Para más, la visita del Rey de España, todas las farolas lucían banderas de España y Japón (cada farola cuatro banderas). Todos por la izquierda, coches y transeúntes.


Una larga avenida que más bien parece una explanada, vacía de jardín y de árboles hasta llegar al foso y la entrada de palacio, en frente unas “garitas” de policías. Que no dicen nada solamente observan, las barreras no dan opción ni a posar frente a la puerta.



Unas fotos, tu a mí y yo a ti, una de grupo y ya está. No hay más, casualidades…De repente muchos policías, diez, cien, mil, ¿jolín que pasa?. Seguro un desfile o yo que se, pero no era muy normal en lo alto de la colina de palacio, se lleno en dos minutos de policías, soldados o lo que fuesen.

Bajamos comentando el hecho, mientras Soco nos decía de que justo enfrente estaba lo que fue el Estado Mayor del ejercito EE.UU, durante la rendición y tiempo que estuvo el general Mc Cartur aquí en Tokyo, el edifico se mantiene en píe rodeado de suntuosos rascacielos y justo enfrente del palacio del emperador.

Mata nee!!!.