jueves, 29 de noviembre de 2007

Actividades extraescolares.



Es una tónica habitual de todos los colegios, que un AMPA (asociación de madres y padres de alumnos) cree una asociación en cada colegio con la intencionalidad de crear una serie de actividades especificas que se adecuan a la formación de los niños.

Hoy he podido escuchar por la radio una buena entrevista, se la hacían a la directora del Instituto de la creatividad, Petra María Pérez.

Todos los expertos coinciden en destacar la conveniencia de que los niños empleen su tiempo en realizar actividades lúdicas, para compaginarlas con aquellas que están relacionadas con el aprendizaje y la formación.

Desde el inglés hasta las clases de kárate, informática o pintura, pasando por la catequesis, el conservatorio o el apoyo de un profesor particular para reforzar aquellas materias en las que flojean sus hijos, la mayoría de los padres buscan estos días un quehacer (o varios) para que los pequeños tengan las tardes bien ocupadas durante todo el año.

Son relevantes dos datos, diferenciar los dos tipos distintos de actividades. Unas son las de carácter juego o actividad física y la otra formativa o académica. La primera estimula al niño y le proporciona un desarrollo más adecuado en su esqueleto y musculatura. Las de origen académico (idiomas, informática, música, etc.), dejan un lastre de trabajo para casa, de practica que les resta tiempo de los trabajos escolares. Es aquí cuando salta el dilema, la saturación de actividades extraescolares pude producir estrés infantil.

Habría que destacar las clases de refuerzo, en matemáticas, ingles (las más comunes), cuando de momento cien que una niña de cinco años ha pedido a sus padres que la apunten a francés y alemán (para colmo la niña es catalana y en sus colegio como en todos creo es obligatorio el ingles). Otra que con la mima edad hace natación, gimnasia rítmica y aeróbic, cosa curiosa no se extraña las madres de tanta actividad si no de tener que estar llevándola y trayéndola de un lado a otro.

La gran situación actual del niño es su el abandono familiar en un colegio que lo acoja de nueve de la mañana a seis de la tarde. Primera etapa es la jornada escolar, segunda etapa ir al comedor y pasar allí el medio día para entra en la tercera y última etapa las clases extraescolares. Ese niño que vive la semana como una maratón corre el peligro de sufrir ansiedad y hasta estrés infantil.

Dolores de cabeza, molestias estomacales, problemas para conciliar el sueño, agresividad y la aparición de preocupaciones exageradas son algunos de los síntomas de esta enfermedad.

Por ello pienso que debemos dejar que el niño elija su activad y no forzarlos en demasía, dándoles lo que nos piden con cierta cautela y una buena dosis de constancia, cualquier niño termina haciéndolo bien si le dejan el suficiente tiempo como para dominar cualquier actividad.

Que no lo veamos en una nueva cultura urbana llamada Botellón, como estas noticias recientes….

- El botellón empieza a los 13.
- Botellón' para niños de 11 años.
- El 38% de los menores practica el "botellón".
- "El consumo de alcohol en adolescentes puede impedir el desarrollo de su cuerpo".


Como profesor de kárate y como profesor que dedico un gran tiempo a estar con estos niños, que son mis niños, parte de mi familia. No en vano llevo a hijas, sobrinos y primos además de otros tantos alumnos. Veo la necesidad de orientar a los niños por el camino del deporte y de la cultura, alejarlos cuanto más de bebida y el tabaco, antesala de otros mundos aún mucho más oscurois que ojala nunca lleguen a conocer.

Nuestros grupos de kárate, son jóvenes, pero ya llevan unas pocas competiciones, varias exhibiciones y otros tantos exámenes. Se divierten y entrenan en compañía de amigos y sus “compis de clase”. Creo que se crea un ambiente especial, hay un clima de seguir avanzando y aprendiendo al unísono marcándose metas cortas pero accesibles a todos y sobre todo, posible mente lo más importante, seguir siendo niños.

Antonio Milla Jiménez.