martes, 19 de mayo de 2015

Fernando Martín, único burgalés con el 8º Dan


                                 Fernando Martín es el director técnico del Gimnasio Ananko.
                                 Foto Luis López Araico

Ana Isabel Angulo / Burgos - martes, 19 de mayo de 2015


Fernando Martín disfruta con el karate y asegura que esta disciplina marcial oriental le ha ayudado a conseguir una mejor formación personal e interior. Narra su experiencia en esta disciplina con seguridad y tranquilidad. Transmite confianza y paz. Escuchándole entran ganas de adentrarse en la filosofía oriental. Vive desde hace años de sus clases en diferentes artes en el Gimnasio Ananko. Dejó la comodidad de su trabajo en un banco por la arriesgada aventura del karate. Confiesa que el camino ha sido llevadero, «gracias al apoyo de Rosa. Sin ella, no lo hubiera conseguido». Rosa Hernández es su compañera y fue presidenta de la Delegación Burgalesa durante muchas campañas. Hoy, Fernando Martín ha alcanzado a sus 57 años el 8º Dan, un grado que está al alcance de muy pocos y que solo posee él en Burgos.

 Las películas de Kung Fu, protagonizadas por David Carradine, despertaron en Fernando Martín el interés por las artes marciales. Quería practicarlo y como no podía pagarse un gimnasio seguía las instrucciones en un libro. Como un ‘Pequeño Saltamontes’ fue adentrándose en el conocimiento del karate y cuando dispuso de dinero entró en un gimnasio en su barrio natal, Vallecas.
Cambió Madrid por Burgos en 1984 debido a la enfermedad de su hijo recién nacido, César. El clima castellano resultaba más benigno para el pequeño y en el banco donde trabajaba le facilitaron el traslado. Afincado en la cabeza de Castilla empezó a dar clases de karate en el gimnasio Alfaro.
«Cuando vine a Burgos no había nada de karate. Hubo un compañero Luis Miguel Martín, que había enseñado algo mientras realizaba el servicio militar; pero cuando se marchó se acabó. Tiempo después Jesús Duque también hizo algo pero pronto se inclinó por el kenpo. Lo cierto es que no había nada», recuerda Fernando Martín.

 Empezó con cuatro alumnos. «Dos niñas, una de ellas mi hija Belén, y dos adultos, uno compañero del banco y el otro un trabajado de otra entidad también bancaria», destaca. Sin embargo, en menos de un mes ya contaba con una veintena de alumnos y cuando fundó Ananko -año y medio después- ya tenía 90 discípulos.

 En septiembre de 1986 abrió las puertas del Ananko y su vida cambió radicalmente. Dejó el trabajo estable en el banco para arriesgarse y vivir de la aventura del karate; junto con otros alumnos construyó ladrillo a ladrillo las salas del gimnasio. «Fue una decisión arriesgada pero no me arrepiento. Siempre he contado con el apoyo de Rosa», reitera.

 Rosa sigue entrenando, dando clases y actúa en las competiciones en calidad de árbitro. Su hija Belén estudió Educación Infantil y también da clases en el gimnasio. Por su parte, su hijo César ha sido un buen competidor pero «mentalmente se bloqueaba en los Campeonatos de España». El karate ha impregnado la vida de la familia Martín.

 Casi 30 años después el Gimnasio Ananko es la principal referencia en Burgos del karate, donde además se imparten otras disciplinas orientales. Trabaja con cerca de un centenar de niños y otro de adultos.

Búsqueda interior.
Fernando Martín ha seguido entrenando. «Dejé de competir cuando los alumnos lo hacían mejor que yo», explica. Ha ocupado numerosos cargos técnicos tanto en la Territorial como en la Nacional, ha escrito libros y ha realizado una excelente labor de divulgación. Todo su afán se ha visto recompensado con el 8º Dan.

«Los primeros Grados -Dan en japonés- se logran tanto en fase técnica como competitiva. A partir del 4º Dan no necesitas competición, solo técnica y así hasta el 7º, donde se tienen en cuenta los méritos, como por ejemplo el nivel de los alumnos. El 8º Dan es un reconocimiento a mi trabajo y me da prestigio; máxime siendo el único burgalés. Hay otro con un 6º Dan es un alumno mío y está en Miranda, Raúl Alonso de Benito», revela.

 A pesar del reconocimiento que aporta un elevado Dan, Fernando Martín no piensa en conseguir el 9º. «No pienso en eso. Hago mi vida y lo practico para ser mejor persona. Vivo día a día y no pienso en lo que pueda pasar dentro de unos años. No aspiro al 9º al igual que tampoco aspiraba al 8º», contrasta.

 Madrileño de origen y burgalés de adopción aplica la filosofía del karate a su vida personal y se siente feliz. «Originariamente en Japón era un arte de autodefensa, de combate; pero con el cambio de sociedad -de feudal a industrial- este arte buscó la realización personal, interior: Do es el camino de autorealización. ¿Por qué adquiere auge en Occidente? Porque se están intercambiando los papeles. Desde tiempos inmemoriales Oriente miraba al interior y en Occidente se busca lo exterior, los objetos. Ahora en Occidente miramos el interior, de aquí el interés por el Zen, Yoga...; al igual que en China están ansiosos por lo material», contrasta.

Por último, alerta sobre el intrusismo. «Con el auge de las artes orientales en Occidente surgen personajes que se autodenominan maestros pero carecen de cualquier reconocimiento o titulación. Se está trabajando para que el Ministerio de Cultura exija que todos los cursos sean impartidos por técnicos titulados, aunque algunos ayuntamientos contratan al primero que dice conocer cualquier arte oriental».

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